viernes, agosto 28, 2009

Los ejemplos de Ted Kennedy y Larsson

Publicado hoy por Daniel Martin en estrelladigital.es
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Los ejemplos de Kennedy y Larsson


En Atrapado en el tiempo el personaje de Bill Murray se veía condenado a vivir una y otra vez la misma jornada: ?el día de la marmota?. Alaska, otrora cantante, afirmó hace algunos meses que cada mañana, después de leer el periódico, tenía la sensación de que en España estábamos atrapados en nuestro peculiar día de la marmota. Efectivamente, aquí nunca pasa nada y nuestros destinos parecen a merced de los acontecimientos. Pocas veces la voluntad humana ha tenido tan poco valor como aquí y ahora.
Por eso resulta necesario mirar al extranjero para aprender un poco y ver situaciones o personalidades ejemplares, usado el adjetivo en el sentido cervantino. ¡Tenemos tanto que aprender pero tan pocas ganas de levantar la vista del ombligo!
Por ejemplo, la muerte del senador Edward Kennedy me ha permitido observar de cerca una figura que desde mi ignorancia me parecía menor por ser el benjamín de JFK y Bob. Más de cuarenta años en la Cámara Alta estadounidense con una actitud coherente con sus propias ideas y, sobre todo, leal con sus representados. Del partido demócrata, se opuso a las guerra de Vietnam e Iraq. Pero colaboró con George W. Bush cuando fue necesario para reformar el sistema educativo estadounidense. Antes su país y sus paisanos que su partido.
Estas grandes figuras políticas de los Estados Unidos convierten a la capital del imperio en una nación eminentemente democrática. El ejemplo de Ted Kennedy, a día de hoy, no tiene parangón en nuestra querida y dolorosa España. Aunque, como democracia, somos mucho más jóvenes y tenemos mucho que aprender. Sólo nos falta desearlo.
Otro ejemplo. Stieg Larsson triunfa después de muerto con su trilogía Millenium . Aparte de la calidad literaria de la obra, siempre expuesta a la opinión de cada uno, lo ejemplar de esa novela se encuentra en sus dos protagonistas: Lisbeth Salander, personaje extremo y salvaje, tiene no obstante un estricto sentido moral de la existencia, lo que la aleja de la gran mayoría social europea; Mikal Blomqvist es un periodista al uso pero que también tiene una manera rigurosamente ética de entender su profesión y su sentido vital.
Más allá de eso, Blomqvist ejerce el periodismo como una lucha contra los grandes defectos de su país y es capaz de poner en juego su carrera, incluso su vida, con tal de vencer a los ?malos?. Por eso resulta un personaje cautivador y, curiosamente, estrafalario en estos tiempos que corren. Quizás por su actitud roquítica y demoledora la trilogía tiene un valor más allá de lo lúdico y literario.
La muerte de Ted Kennedy y el éxito de Millenium son dos de las grandes noticias de este verano. En cada una de las dos el español puede aprender un mundo. El norteamericano defendió sus ideas desde el respeto a sus electores, y por eso consiguió ser senador durante más de cuatro décadas ejemplares en lo democrático. Los libros de Larsson reflejan la sociedad y la civilización suecas, donde existe un auténtico Estado de Derecho y donde, dentro de lo creíble, un periodista puede cambiar cosas con valentía y autenticidad porque el escritor, a la postre, creía en la democracia de su patria y en la libertad de expresión.
Kennedy y Larsson, cada uno a su manera, fueron miembros importantes de dos países dinámicos que avanzan como si tuvieran vida propia. En Estados Unidos y Suecia no parece posible que las cosas se repitan interminablemente sin que nadie intente remediar los problemas internos. Algo que ocurre en España, o por lo menos algunos tenemos la impresión de estar atrapados en el ?día de la marmota? sin que se atisben mínimas mejoras en el horizonte. Seguramente seamos los mismos que sintamos envidia sana ante ejemplos extranjeros, ganas de que aquí nazcan fenómenos semejantes a los del senador por Massachussets y el novelista escandinavo.