domingo, noviembre 25, 2007

Arabia Saudí: la espeluznante historia de la Chica de Qatif (Javier Valenzuela, El plural 25-11-2007)

Una mujer de 19 años es violada por siete individuos y un tribunal la condena a recibir doscientos latigazos y a pasar seis meses en la cárcel. Ocurre en Arabia Saudí, uno de los grandes aliados en el mundo árabe de Estados Unidos. George W. Bush, cuya familia ha hecho tradicionalmente grandes negocios petroleros con los saudíes, no dice ni mú. Hillary Clinton y Barack Omana, los dos principales aspirantes a la candidatura demócrata a la Casa Blanca en unas elecciones para las que ya falta menos de un año, sí que hablan, expresan su repugnancia.
Me espeluzna la historia de esta joven saudí cuyo nombre no ha sido facilitado y a la que sólo conocemos como la Chica de Qatif por su lugar de residencia. Fue violada en 2006 por una banda y si ha sido condenada la flagelación es por el hecho de que cuando sufrió el asalto se encontraba en el interior de un coche con un hombre que no era de su familia. Esto último es "haram", está prohibido según la fundamentalista interpretación wahabí de la ley islámica que rige en el país del rey Abdalá. Me indigna, lleva años indignándome, la complacencia estadounidense –y en general, occidental- con Arabia Saudí. Como nos garantiza el suministro de petróleo y como su familia gobernante es pro-Washington y ultraconservadora, se le consiente todo. ¿Qué importa que, promocionado a golpes de petrodólares, su wahabismo haya contaminado de fundamentalismo todo Dar el Islam, desde Marruecos a Indonesia, pasando por Afganistán y Pakistán? ¿Qué más da que el terrorismo yihadista del, por cierto, saudí Bin Laden tenga allí una de sus grandes fuentes nutricias y que la práctica totalidad de los autores del 11-S hubieran nacido en el reino? ¿A quién preocupa que sea una de las más espantosas tiranías del planeta, que allí se practique el esclavismo con los trabajadores extranjeros y se considere a la mujer como algo apenas superior a una cabra?.No, el malo es Irán, aunque en ese país exista mucha más libertad de todo tipo que en Arabia Saudí, aunque en ese país las mujeres puedan trabajar en prácticamente todas las áreas, ocupar cargos políticos y, por supuesto, conducir automóviles. No voy a ser yo el que defienda al régimen iraní (caiga sobre él la furia del pueblo persa cuando los norteamericanos dejen de hacer el gilipollas en Oriente Medio y le permitan acabar por sí mismo con sus déspotas santurrones). Pero traicionaría una experiencia de más de veinte años cubriendo periodísticamente el mundo árabe y musulmán si no dijera que lo de Arabia Saudí es peor, bastante peor, que lo de Irán. Volvamos a la Chica de Qatif. Hasta el más pequeño detalle es asqueroso en este caso. La sentencia reciente, la de los 200 latigazos, fue dictada por un tribunal de apelación y !dobló la inicial, la del tribunal de primera instancia! Y al abogado que defendió a la víctima le ha sido retirado el permiso para ejercer su profesión porque al tribunal no le gustó que contara la historia a la prensa internacional. "Insto al presidente Bush a telefonear al rey Abdalá y pedirle que anule la sentencia y retire todos los cargos contra esa mujer", ha dicho Hillary Clinton en vísperas de la cena del Thanksgiving estadounidense. Es lo que mínimo que debería hacer ese nefasto tejano al que tanto sigue admirando nuestra paleta derecha.
Javier Valenzuela es periodista y escritor. Ha sido corresponsal de El País en Beirut, Rabat, París y Washington y director adjunto de ese periódico, así como Director General de Información Internacional de la Presidencia del Gobierno entre 2004 y 2006